Luego
de varias publicaciones sobre el tema de los edulcorantes y las diferencias
fundamentales que hicimos para destacar el valor insustituible de los hidratos
de carbono simples y complejos integrales en función de la nutrición, la
alimentación y la salud, veamos ahora la problemática de la carne.
Abordemos el tema del consumo masivo de carnes desde un punto de vista moral y filosófico. Vamos a verlo primero de este modo y a manera de introducción para luego
examinarlo en el orden de su verdadero valor biológico y energético como
alimento y sus consecuencias en la salud y la enfermedad.
Para
empezar, una reflexión es muy conveniente hacer. Se trata del problema de la
matanza organizada de animales en todas partes y los invito a meditar en semejante problemática porque es de la más trascendental importancia, y lo
comentaremos sin entrar en detalles pues, además de su lógica contundente, es
un tema que vincula de modo estrecho la participación humana en la vida
colectiva en todo el sentido de esta expresión.
LA MATANZA
ORGANIZADA DE ANIMALES
El
hecho de comer carne va mucho más allá de la salud individual y colectiva de la
humanidad. Implica una tragedia en la naturaleza: la matanza organizada de animales.
Veamos
esta realidad en cifras y calculemos de la siguiente manera: si en una ciudad
como Bogotá, Colombia, se matan diariamente 900 mil animales aproximadamente, ¿cuántos
caen al año? La respuesta aproximada es: ¡329 millones de criaturas que mueren
anualmente a manos de los hombres!
Si
llevamos este cálculo a todos los pueblos y ciudades del mundo, ¡la cifra anual
de animales que tienen que morir para “alimentar” a los humanos es
incalculable!
Esta
es una tragedia que se vive diariamente en nuestro planeta tierra: la matanza organizada de animales como
un hecho y un acto perpetuo: a cada instante en muchos lugares del planeta se
está haciendo una matanza de animales.
Todo
ello sin hablar de los gravísimos problemas ecológicos generados por la
alimentación de toda esa gigantesca cantidad de animales condenados a muerte
prematuramente que de muchas maneras afecta negativamente la alimentación
humana, la propia alimentación animal y la estabilidad del planeta mismo por la
enorme cantidad de toneladas diarias de gases de invernadero que se vierten en
la atmósfera, y de otras consecuencias más que se pueden investigar fácilmente
en la Internet con datos que se encuentran a la disposición de todos los que
quieran darse a la tarea de buscarlos.
Ahora
bien, en relación con esta dramática realidad hay un importantísimo factor a
considerar el cual lleva implícita la solución del problema. En todas las
religiones Judeo-cristianas (judaísmo, catolicismo, cristianismo y el islamismo
con sus múltiples sectas cada una), está el mandamiento NO MATARAS el cual incluye a todas las criaturas. Si no fuera así diría
entonces NO MATARAS A TU PROJIMO.
¿Cuál
es la cifra total de personas agrupadas en la actualidad (comienzos del tercer
milenio) bajo alguna designación Judeo-cristiana? Supongamos que la mitad de la
población mundial y hagamos la siguiente consideración: ¿cuántos animales se
dejarían de matar diaria y anualmente si todas estas personas siguieran
rigurosamente este mandamiento?
La
respuesta es: la mitad de la población mundial según esta apreciación. Si
acudimos al Antiguo y Nuevo Testamento, es necesario considerar que este Mandamiento
no está aislado en el conjunto de todos los versículos contenidos en La Biblia.
Veamos algunos de los más explícitos.
El
primero de todos está dado en el Capítulo 1 versículo 29 del Génesis en el cual
leemos: “Y dijo Dios: he aquí que os he dado toda planta que da semilla, que
está sobre la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla, os serán
para comer”
Para
quienes deseen buscar más, he aquí otras referencias: Génesis IX: 4, Exodo XX:
13, Levítico XVII: 10 y 14, Deuteronomio V: 17, Mateo V: 21, XIX: 18, Romanos
XIV: 20 y 21 donde leemos: “No destruyas la obra de Dios por causa de la
comida… Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano
tropiece, se ofenda o debilite.” (Santa Biblia, Antiguo y Nuevo
Testamento, antigua versión de Casiodoro de Reina (1569) revisada por Cipriano
Valera (1602) de las Sociedades Bíblicas en América Latina)
“El Corán, el libro Sagrado de los musulmanes
dice al respecto en el Capítulo II, versículo 163 [comer frutas, en el versículo
168: prohibición de comer los animales] y en el versículo 216 se lee: [prohibición de beber vino, etc.] (Dr Serge Raynaud de la Ferriere,
Volumen II de sus Propósitos Psicológicos pag. 254, Lima, Perú, 1966)
En
cuanto a las religiones orientales, siendo el budismo y el hinduismo las que
más personas agrupan, el problema de la matanza organizada de animales no
existe (no hay mataderos) porque todos sus adherentes no sólo son vegetarianos,
sino que difunden este sano régimen alimentario en todo el mundo.
Los
primeros preceptos se encuentran en los pansilas (virtudes) siguientes: “[Panatipata
Veramani Sikkha Padam Samadyam]” equivalente
al quinto mandamiento de la Ley mosaica y en [Suramirayer Madjepama Datthana
Verami]. En cuanto a las
Escrituras las indicaciones están en [Vinaya-Pitaka] y en el [Sutra-Nipata] referido a la prohibición de tomar vino, alcohol, o licores tóxicos”. (Dr Serge Raynaud de la Ferriere Los
Grandes Mensajes pag 501)
Entonces,
si los adherentes de las religiones judeo-cristianas -la mitad de la población
del mundo, aproximadamente- no comieran carne, como lo hacen casi todos los miembros
de las religiones orientales incluyendo a los shintoistas y jainistas, sumados a los otros
grupos muy numerosos que no la comen, estaríamos muy cerca de que la gran
mayoría de la población mundial no coma carne.
Lo que se
necesita entonces, es que las religiones de origen judío promuevan el fiel
cumplimiento de Su Mandamiento NO
MATARAS porque es indudable que tienen, moralmente, ¡el deber de hacerlo! Es lo
que esperamos todos para los muchos beneficios individuales y colectivos que
resultarán de semejante acto de buena voluntad y de responsabilidad moral y
social.
Estos
y otros mandamientos y preceptos de las religiones occidentales y orientales
están basados en el conocimiento que los antiguos pueblos tenían de las leyes
de la naturaleza y de la vida, leyes que no dejan de existir por el hecho de
que en nuestros tiempos no se las considere ni apliquen como tales, ni en lo
religioso ni en lo científico, porque son leyes y preceptos olvidados. Tan
antiguos son.
La
unión de religiones promovida por el Vaticano desde hace algunos años, bien
podría comenzar por este punto que es común a todas y que constituiría un
vínculo que podría fortalecerse mucho si se llegaran a acuerdos y propuestas
concretas que beneficiarían grandemente al mundo y a sus criaturas, animales y
humanos. Con ello demostrarían un verdadero seguimiento de los mandamientos y preceptos
basados en la Ley de Dios que tanto proclaman.
CONCLUSIONES
De acuerdo con el número de adherentes a las religiones orientales y a los que
pertenecen a varios movimientos cristianos no católicos que son vegetarianos en
el cumplimiento del mandamiento bíblico NO
MATARAS, según el número creciente de personas que practican Yoga en el
mundo y de las personas que, ajenas a las religiones orientales, son vegetarianas,
podemos calcular que en la actualidad hay aproximadamente un 55% de personas en
el mundo que no comen carne. Este promedio aumenta inconteniblemente porque el
hecho viene en incremento desde los años sesenta del siglo pasado cuando surge
en occidente un movimiento mundial en pro del vegetarianismo.
Asistimos
pues, en los últimos años a la divulgación masiva de la alimentación natural en
todas partes. Vemos en todas las ciudades y pueblos de nuestro planeta el
surgimiento de terapias, métodos de salud, de diversas clases de medicinas
especializadas en la salud con sus prácticas.
Las
tiendas y supermercados naturistas y de alimentos cultivados orgánicamente proliferan
más y más en todas partes. Los medios de comunicación contienen variadas formas
de temas, recomendaciones y anuncios sobre la salud y la alimentación. ¡Y ésto
es sólo el comienzo! Todo ello demuestra el avance incontenible de la fuerza de
la vida que se manifiesta desde la alimentación y que se expresa cada vez más en
la medida en que se extiende congruentemente al tema ecológico y ambiental.
La
voz mayoritaria del planeta clama y proclama que nuestra tierra sea rescatada
de la depredación que viene ocurriendo desde hace unos 300 años. Elevemos pues,
nuestras voces en un canto a la Vida y a la Naturaleza e invoquemos las
palabras del poeta inglés Alexander Pope (1688-1744) quien en uno de sus poemas
dice:
“Larga
cadena
cuyo centro
ocupa el hombre,
que de argolla
en argolla
une al átomo con
Dios,
y que
descendiendo
a la par que se
eleva,
crece hasta el
infinito y
baja hasta la
nada.”
(Los Grandes Mensajes pag 299)
En enlace
contiene un artículo del movimiento adventista sobre la prohibición que hace la
Biblia de comer carne, y el video contiene una interesantísima exposición titulada
La Verdad sobre la Carne a cargo de Marianne Thieme, una parlamentaria
holandesa que habla en defensa de la vida de los animales y del medio ambiente .
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